«MARGARET»

Publicado: diciembre 26, 2011 en nOTICIAS

Relato ganador del primer puesto en el Concurso de cuento Preservando y cuidando la naturaleza y elmedio ambiente en las regiones de La Libertad, Cajamarca y Lambayeque.

Por Sofía Huangal Alvarez. 

Ya pasó mucho tiempo desde aquel reportaje que marcó la vida de Margaret. Ya pasó mucho tiempo de aquel viaje que hizo con su hijo hacia su ciudad natal .Es cierto, aunque resulte duro admitirlo, el tiempo pasa muy rápido. Pero para Margaret no era tan duro que el tiempo pasara, sino que  los recuerdos permanecían en su cabeza y en su corazón ya viejos.

Margaret, como de costumbre, estaba en aquel sitio, donde sus ojos pequeños podían visualizar el parquecito del asilo. Las enfermeras, por más que intentaban llevarla a otro lugar para que descanse, no lo lograban .La anciana  en aquel lugar volvía a vivir aquellos momentos que marcaron su vida, se podría decir que aquel lugar era como su confidente, donde podía desahogarse.

¿Qué efecto tendría esa pared en Margaret? No lo sé, pero me atrevo a asegurar, que si la pared hablara nos relataría los recuerdos de la anciana.

Margaret en sus años dorados era una periodista. No era tan sorprendente en su vida ver cada día muertes, corrupción, y otro tipo de eventos con los que un periodista convive. Su anhelo más grande era convertirse en una reportera exitosa, salir en la televisión anunciando alguna noticia. Ser conocida.

En aquellas épocas, cuando estaba a prueba para ser contratada en un noticiero, le encargaron cubrir una noticia en especial, acerca de los recicladores .Para Margaret aquel mandato fue un insulto. Ella prefería hablar de política, de crímenes; pero no de basura. Pensó: cálmate Margaret, después de esta nota, te darán otra, trabajo es trabajo.

Por su cabeza vagaban muchas ideas interesantes del rumbo que podría tomar su noticia, pero ninguna la satisfacía. Al día siguiente tenía que decir un adelanto de lo que iba a hablar. Camino al trabajo, divisó desde la ventanilla del autobús a unas criaturas de vestidos harapientos, descalzos; metiendo sus manitas en un basural. Margaret contempló aquella escena triste,  por unos instantes.

Pare, ¡pare! , señor bajo aquí, detenga el autobús-exclamó Margaret que se había levantado repentinamente de su asiento y caminaba rumbo al chofer.

Avise con tiempo señorita, no estamos para parar cuando se le dé la gana-dijo con enojo el chofer mientras detuvo el autobús con brusquedad.

Disculpe-dijo Margaret y prosiguió a bajarse. Empezó a dirigirse hacia los niños que había visto, caminaba y caminaba pero no los encontraba.  Claro, si el chofer la había dejado lejos. De pronto sus ojos pudieron visualizar a los niños.

Oigan, psss…psss, niños, niños-llamaba Margaret .Los pequeños voltearon, y se señalaron a sí mismos para comprobar si eran ellos los que llamaba la desconocida. Margaret se les acercó y les preguntó: ¿me podrían ayudar? Soy Margaret y los puedo hacer famosos.

¿Nos conoce?, porque nosotros no -dijeron los niños mirando desconfiadamente a Margaret.

II

Aquella nota le marcó la vida a Margaret. No solo era el hecho que por eso obtuvo su trabajo, ni tampoco haberse hecho conocida, sino que la marcó por que se le abrieron los ojos a una realidad tan oscura.

Cuando estaba en la universidad, según ella sabía a lo que se enfrentaba. Hablaba de política, o de la situación económica como si fuera una experta, pero no se arriesgaba a hablar del medio ambiente, porque pensaba que aburriría la conversación.

Artemio y Michel eran los niños que ayudaron Margaret, aquellos pequeños respondieron las interrogantes de Margaret, le mostraron sin alguna vergüenza los sitios donde trabajaban (recogían basura),se atrevieron a formular muchas interrogantes como:¿Por qué botan tantos objetos buenos, como si no valieran?¿a dónde se va toda la basura? Artemio sorprendió a Margaret cuando le dijo: señorita, dígales a la gente rica que muchas gracias porque botan cosas seminuevas.  ¡Ah! y también dígales que no es necesario que lo boten sino que nos llamen para que nos lo regalen. Aquellos pequeños tenían una inocencia peculiar, pensaban que si seguían buscando objetos entre la basura, pronto se encontrarían un diamante.

Margaret escuchaba a los niños hablar sobre los abusos que cometía don Bono con ellos, contaban que cuando llevaban más de 9 kilos, el viejo Bono les pagaba el precio de 4 kilos. Margaret divisó que en la carita de Michel bajaban lágrimas y ella, cuando le pregunto el porqué de su llanto, Michel le dijo que si no traían más de 4 soles; su mamá les pegaba y no les daba de comer. Los dos hermanitos se abrazaron y Margaret se estremeció.

 Mi mamá no nos quiere mandar a estudiar, yo sé que mi hermanito le gusta estudiar, porque de los libros que encontramos en la basura, él los lee- dijo Artemio, luego reiteró – Señorita, cuando sea grande voy a tener un carrote y también tendré una novia como usted, reguapa, y les voy a enseñar a mis hijos como deben botar la basura para no dar tanto trabajo a los niños que recogen basura como yo. Mi hermanito me dijo que el secreto para no quedarse pobre es ahorrar, así que yo voy a usar bien mis cosas para que cuando ya estén viejas botarlas y así no estar gaste y gaste.

Margaret se estremeció cuando vio que Artemio saco de su bolsillo una bolsa de  comida, ella le preguntó de dónde había sacado eso. El niño le contestó que eso era su “fiambre” y que se lo habían dado las vendedoras de los puestos de comida que se habían compadecido de ellos ¿Cómo unas criaturas habían retado a la muerte al vivir de ese modo, en un ambiente contaminado, propensos a las bacterias, parásitos y a todo tipo de enfermedades?¿por qué Artemio y Michel mantenían ese entusiasmo, a pesar de que la vida los había golpeado desde       muy pequeños?

 

III

El hijo de Margaret mostraba una actitud que desagradaba a su mamá .No le importaba lo que estaba pasando cerca de él; únicamente velaba por su bienestar. Decía que no era su problema lo que le pasaba a las demás personas. Margaret, por lo agitado de su trabajo, descuidó pasar un rato de calidad con su hijo. Pero cuando tenía tiempo y se acercaba a Kenneth, él se mostraba distante.

Margaret decidió que ya era tiempo que Kenneth conociera la tierra de su madre. Así se daría cuenta de donde provenía y que Guadalupe era una cuidad hermosa, con gente hospitalaria, con aire puro, sin contaminación, sin tanto estrés, ni tan agitada como lo era la capital .Kenneth accedió al pedido de su madre porque ella le dijo que si no se iba a Guadalupe le iba a quitar todo aparato tecnológico.

En el viaje, Margaret le contaba a su hijo lo hermoso que era la provincia de Pacasmayo. Sus playas, su cultura. Mencionó:”Cañoncillo” ,”Puémape”, y así; una serie de lugares turísticos, le dijo que llegarían a Guadalupe para la feria, le contó de que se trataba de una hermosa tradición de su pueblo. Le reiteraba a su hijo que el valle donde vivía era agrícola por excelencia. Mientras hablaba, Margaret sintió una profunda nostalgia ¿Cómo había dejado de lado todo eso? .Eran 21 años que no venia por estos lugares.

Cuando llegaron todos los recuerdos que Margaret tenia se destruyeron. Aquella cuidad era un caos, la gente iba de un lado a otro con caras de pocos amigos, Guadalupe tenía un tráfico horrible. Había basura por todas partes, por los puestos de venta que recién estaban abriendo. El olor que emanaban las calles era putrefacto. Por poco sucede un accidente, ya que la impresión de Margaret fue tal que no se dio cuenta por donde manejaba. Pasaron por una discoteca, y vieron a unos jóvenes salir de ella casi arrastrándose, otros estaban vomitando.

Vamos a ver los sembríos-le dijo Margaret a su hijo-eso si te va gustar.

Eso espero porque si querías que viera esto mejor nos hubiéramos quedado en Lima-contestó Kenneth que no miraba con asombro el triste panorama.

Pero mejor hubiese sucedido que Margaret no fuera al monte, porque tuvo otra decepción. Cuando atravesaba la cuidad para ir al campo, encontraba casas y casas. No encontraba sembríos, sólo construcciones. Preguntó a un viejo que pasaba manejando bicicleta, si le podía dar razón ¿por dónde estaba “Mari Núñez”? El viejo se rió y le preguntó – ¿Usted no es de acá verdad? ¿No sabía que tan sólo existen algunos sembríos y que “Mari Núñez” dejó de existir junto con otras chacras? Señora, hubo un tiempo donde todo estaba caro, y no había más agua. Varios cayeron en bancarrota, así que los dueños vendían sus propiedades y ahora sólo se puede ver casas –  Que desilusión tenía Margaret, pero no agotaba las esperanzas, aquellas esperanzas de rescatar algo bello de su ciudad.

Se podría decir que aquel viaje no fue una medicina para Margaret y peor aún para Kenneth. Cada vez que Margaret le reprochaba algo a Kenneth, él sacaba a flote el viaje. ¿Por qué los recuerdos que tenia Margaret se volvieron en pesadillas? Aquel viaje le marcó una honda herida en su vida. Todo lo que recordaba: los paseos de excursión, las playas limpias, los días de campo con su familia, aquel paisaje que veía cuando manejaba bicicleta llevando el desayuno de su papá, la feria de Guadalupe, la gente que estaba siempre en la plaza de armas hablando de sus historias. Todo aquello se desplomó en ese mal viaje, todo.

La gente había cambiado, la cuidad había dado un giro de 180°. ¿Quiénes eran los culpables de este caos, de que las ciudades estén contaminadas, que las emisiones de CO2 se acrecienten cada día, que empiece a escasear el agua. Que Guadalupe, Pacasmayo, Lima, Perú, el mundo estén en ese estado? Esa era la pregunta que se hacía Margaret todos los días, esa pregunta la torturaba.

La anciana conoció la verdad incómoda, tal verdad muchos la sabían, pero no se atrevían a hacer algo. Tal verdad muchos la habían descubierto, pero eran indiferentes. Dicha verdad a Margaret la marcó y la atormentaba. Artemio y Michel también habían conocido el verdadero panorama del mundo a una corta edad.

III

Margaret es tiempo que duermas, tu hijo no va a venir –le dijo la enfermera.

Era cierto. Kenneth no iba a venir, todos los jueves era  lo mismo, Margaret esperando y esperando pero su vástago no aparecía. La  anciana sufría de asma y se le había vuelto complicado respirar. Y así moriría. Sola, abandonada, sin el cariño de su hijo, no le serviría de nada haber tenido cuentas en el banco, ser conocida. Todos le habían dado la espalda.

La habitación de Margaret se tornó triste, ya no se sentaba a mirar el parquecito del asilo, su rostro ya no demostraba esa luz que tenia y que contagiaba. Ya no quería recordar nada, no quería abrir heridas que la hacían daño. ¿Tengo acaso yo la culpa, mi hijo, las enfermeras, los jóvenes, los niños, el alcalde, los congresistas, los guadalupanos, los peruanos, el mundo? Pregunta que no logró  contestar.

La enfermera fue al cuarto de Margaret la encontró sentada cerca de la ventana, la movió suavemente y Margaret no despertaba; tocó su tez y estaba fría. La anciana había dejado de existir, esta vez su cara tenía dibujada una gran sonrisa.

Margaret  se fue al lugar que tanto había soñado, un lugar de paz, de amor, donde podía recordar los momentos que vivió cuando era niña. Ahora estaba en un sitio que se podía respirar aire puro, donde no había contaminación ni en las personas ni en el mundo. Un sitio que todos queremos alcanzar y que Margaret alcanzó. Lástima que para llegar a él tuvo primero, que dejar este mundo.

SOFÍA HUANGAL ALVAREZ

I.E. SANTA INES – GUADALUPE

comentarios
  1. victor hugo dice:

    excelente esta el cuento, me parece que el mensaje esta bien claro «cuidemos de nuestra naturaleza hoy , para que mañana o mas tarde nosotros (la humanidad) podemos vivir bien y sin contaminación que eso acaba muy temprano la vida»

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